Íntimos Deseos (Completa) by Mercedes Franco

Íntimos Deseos (Completa) by Mercedes Franco

autor:Mercedes Franco [Franco, Mercedes]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: romance
editor: company
publicado: 2020-01-21T23:00:00+00:00


CAPÍTULO VIII

Encuentro de dos formas

Cuando subió por el ascensor miró la hora, eran las 6:00 p.m., en punto, ¿qué rayos hacía allí? —se preguntó—, pero no había respuesta, porque esto no era una cuestión que pudiera responderse con palabras. Era una cuestión de sensaciones, y estaba allí, palpable en cada tramo de su ser, no había necesidad de disertaciones. Había estado tratando de engañarse a sí mismo, pero era como jugar con fuego y por supuesto se estaba quemando, al igual que siempre, ella era su fuego y él era la antorcha que ardería nuevamente.

—Hola —le dijo, y él sintió esa corriente extraña otra vez.

Se veía muy linda, llevaba una peluca platinada y los labios encendidos como si un fuego ardiera sobre ellos, lucían tentadores y voluptuosos. Sintió lo mismo que aquel día cuando la vio bajando las escaleras en su cumpleaños número quince, entonces al igual que ahora deseó besarla, ¡qué mierda! —se dijo—, eres un hombre, ¿qué te pasa?

—Hola, traje esto —entonces le mostró una cesta con pan de ajo y sus galletas de queso crema, las que más le gustaban.

—¡Maldición te acordaste!, ¡cielos!, ¡eres un amor! —y se empinó para darle un beso en la mejilla—, estaba más alto de lo que recordaba, era un hombre inmenso, su espalda era ancha y fuerte al igual que esos brazos, cielos, ¿cómo era que se había convertido en ese hombrón así nada más?

—Sí, tengo buena memoria.

—Ok, ven conmigo.

—¿A dónde?

—¿A dónde crees?, a mi taller, está arriba.

—Ok, bien.

Subieron y cuando ella ceremonialmente abrió la puerta del taller, él experimentó otra vez la sensación de penetrar en su mundo interno. Vero esperó para ver su reacción, estaba a la expectativa de cada uno de sus movimientos y gestos.

Sebastián miró por el ventanal y salió al balcón, hacía un frío atroz, pero la vista resultaba completamente tentadora y hermosa. Era afortunada, ese lugar habría inspirado a cualquiera, la riqueza visual, la amplitud y belleza.

—Ajá, ¿te gusta?

—Mucho, es espectacular, estoy seguro que habrás encontrado mucha inspiración en este sitio.

—Me conoces, por supuesto que sí, creé toda una serie con esto, de hecho, fue como una especie de revelación, me paré un día aquí y todo surgió como de la nada, todas esas luces y cuadros, una abstracción geométrica.

—La ciudad de noche.

—Así es, Ciudad Nocturna, así le coloqué.

—Muy apropiado.

Se quedó callado disfrutando de ese momento, era su nicho, el lugar especial que ella siempre había soñado, su espacio, tal cual como el que una vez tuvo su padre, y en el que pasaba las mejores horas de su vida. Era un paraíso de formas y colores, todas allí como testimonio de su alma, la cual sabía traducir todo lo que pasaba su alrededor tan solo con la magia de los elementos plásticos.

—Ya vengo.

—¿A dónde vas?

—Espérame aquí, te traeré algo que te gustará.

—Ok, muy bien.

Cuando ella dijo eso, no pudo evitar pensar en ella envuelta en… nada, enteramente desnuda toda y completa. No, se dijo, y se recordó de Eva, quien seguramente estaría esperándolo allá



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